Por: Rosa Campusano
Como una pieza de barro que necesitaba ser moldeada, así describe Silfran Alnardo Dionicio Ruiz su entrada al Instituto Politécnico Loyola (IPL) en el año 1995. Con tan solo cinco años y la curiosidad a flor de piel, sus padres —también egresados de la Institución—, vieron en él estas características y entendieron que solo el IPL lo podía transformar en lo que es hoy.