Por: Rosa Campusano
Como una pieza de barro que necesitaba ser moldeada, así describe Silfran Alnardo Dionicio Ruiz su entrada al Instituto Politécnico Loyola (IPL) en el año 1995. Con tan solo cinco años y la curiosidad a flor de piel, sus padres —también egresados de la Institución—, vieron en él estas características y entendieron que solo el IPL lo podía transformar en lo que es hoy.
Silfran, egresado del Técnico en Motores de Combustión Interna (mecánica diesel), pertenece al IPL “desde que tiene uso de razón”, por lo que reconoce que “Loyola fue la institución que me moldeó. Gran parte de lo que soy hoy día como persona y como profesional se lo debo a esta casa de estudios”.
Hoy en día Silfran se desempeña como ingeniero industrial y, aunque han pasado 16 años desde su egreso, hay una realidad que no puede ocultar, “Loyola me persigue, aunque quisiera despegarme de su impronta o negar la influencia que ha tenido en mi vida, mis actuaciones día a día ponen en evidencia que soy un 'loyolero'. A veces no hay que decir que estudiaste en el IPL, quien te observa, el que trabaja contigo, tu cliente, o sencillamente aquel con el que tengas roce frecuentemente ve eso en ti que te diferencia de los demás y te pregunta: ¿tú estudiaste en Loyola?”.
Y es que “en doce años es mucho lo que se aprende”, dice Silfran al recordar todo lo que vivió en el IPL, destacando la persistencia, la principal enseñanza recibida y que le ha ayudado a levantarse y seguir en momentos difíciles.
“Recuerdo que mi talón de Aquiles siempre fue el dibujo técnico, era la asignatura en la que peor me iba, casi siempre la terminaba pasando en la última oportunidad, pero al final eso me servía de estímulo para dar lo mejor de mí y siempre terminé aprobando con altas calificaciones ese último chance. La vida me ha empujado muchas veces al borde del abismo (así como me pasaba con dibujo técnico) pero siempre he tenido la persistencia necesaria para salir de aquellas situaciones, primero recibiendo la gracia de Dios en todo momento y segundo, haciendo lo mejor posible en cada uno de aquellos escenarios donde mi fe y mis conocimientos se han puesto a prueba”, expresó.
Silfran, además de ser un excelente profesional, ha formado una familia y es padre, donde pone todo su esfuerzo y trata de ser lo más responsable que puede con sus obligaciones, y en gran medida esto se lo debe a la formación que recibió en el IPL.
“En mi vida personal Loyola es un referente ineludible, no puedo escribir la historia de mi vida sin mencionar esas seis letras. Ser egresado del IPL te pone un sello gomígrafo que te compromete a dar lo mejor de ti donde te toque desenvolverte, a dar esa milla extra que te distingue del resto, a ser un mejor ciudadano y un profesional que aporte a la sociedad y en la empresa donde labores”, agregó.