Por Rosa Campusano
Amante de las excursiones a montañas, de las plantas y los animales, así es el profesor José Luis Luna, quien también disfruta el pasar un grato momento junto a su esposa e hijos a los que considera una manifestación del amor generoso de Dios en su vida, y a esas bendiciones le agrega su trabajo en el Instituto Politécnico Loyola (IPL), el cual recibió en el año 1996 como “la oportunidad de comenzar de nuevo”.
El profesor Luna, conocido efusivamente entre los estudiantes, padres, egresados y colaboradores del IPL, dice que “reorientó” su vida al llegar a la Institución, pues venía de estar siete años de formación para ser sacerdote católico de la orden Agustinos Recoletos, y aunque decidió formar una familia y tener un trabajo, ese don de servicio y de ayudar a una comunidad le corría por las venas y ha quedado evidenciado en sus 28 años siendo parte de esta institución jesuita, desde donde busca siempre “ofrecerle a Cristo lo mejor de mí, allí donde Él quiere ser servido y encontrado”.
Desde su entrevista para ingresar al Loyola, el profesor sabía que había llegado al lugar indicado. Narra que fue recibido por el padre José Somoza Ameijeiras, S.J., rector en ese momento. “La forma como ese señor me recibió y me atendió, me conquistó”, indica Luna con ese brillo característico en sus ojos, y añade que el rector salió de atrás de su escritorio y se sentó a su lado en unos muebles de oficina. “Con mucha cordialidad me expresó que le gustaría que yo formara parte de los docentes de primaria, y al enterarse que yo vivía en Haina (un municipio de San Cristóbal), me indicó que la Institución podría ofrecerme un préstamo para que me comprara un motor y no tuviera problema para transportarme. Sin conocerme ya estaba confiando en mí. Él creyó en mí”, recuerda Luna.
Luna inicia sus labores en el IPL como docente de Formación Integral Humana y Religiosa (FIHR) para los estudiantes de 5to a 8vo de primaria. En el año 2005, pasa a la secundaria donde también coordina los campamentos de verano que ese año incluiría a la primaria. Desde el 2008 hasta el 2011 se mantiene como coordinador de FIHR. De 2010 a 2012 es decano de estudiantes, un año después es nombrado como encargado de Becas y Atención a Estudiantes, “En este puesto también era responsable de atender a más de 120 jóvenes que vivían en residencias estudiantiles de Loyola y en las residencias particulares”, reveló el profesor, ese cargo lo ocupó en el período 2013-2015. En el 2016 pasa a ser coordinador de Pastoral del Nivel Secundario y desde el 2022 es el coordinador de la pastoral del personal y del Nivel Superior.
La excelencia en su trabajo ha dejado una huella indeleble en cada función que ha desempeñado el docente, quien en medio de sus asignaciones sacó tiempo para conocer el amor de su vida. “Llegué a Loyola buscando trabajo y además de una gran oportunidad profesional, pues la espiritualidad ignaciana me transformó como ser humano, aquí encontré también a mi esposa, Karen Pérez Lara”. Karen y José Luís recibieron la bendición del sacerdote rodeados de sus familiares y compañeros del nivel y le emociona contar que todos sus compañeros asistieron. Engendraron cuatro hijos, dos de ellos fueron bautizados en la capilla del IPL, todos ingresaron en la escuela básica y concluyeron sus estudios secundarios, obteniendo los títulos de bachilleres técnicos.
“Cuando te haces consciente de ‘tantos dones y gracias recibidos…’ ¿cómo no ser agradecido? Si ves trabajo y familia así no te sientes dividido ni jaloneado de un lado para otro. A mi trabajo y mi familia los considero dones y manifestación del amor generoso de papá Dios”, expresa Luna al hablar de las bendiciones que ha recibido con su familia y su vida laborar.
José Luis reconoce que todo el éxito que ha tenido en esos dos aspectos importantes para su vida, trabajo y familia, son, primero, gracias a Dios, a su esposa Karen “quien ha sabido ponerme a raya en muchas ocasiones”, y a la formación que ha recibido en su vida. “Las oportunidades de formación que he tenido me hicieron ver muy temprano en mi vida que el éxito profesional no dignifica ni satisface igual cuando se alcanza a costa de la familia. Me gusta mi trabajo, pero mucho más disfruto con mi familia, porque por ellos y para ellos trabajo”, respondió el docente tras la pregunta de cómo ha coordinado su vida personal con la profesional.
Pero 28 años no han sido suficientes, el profesor Luna está inmerso en varios proyectos junto a las áreas de Psicología y Bienestar Estudiantil que incluyen a los estudiantes activos y de nuevo ingreso, docentes y personal que colabora en la Institución.
Basado en su experiencia de casi tres décadas, José Luis ve al IPL en los próximos años creciendo en establecer una cultura organizacional cada vez más acorde a los principios ignacianos. “Las exigencias que nos hacen alinear nuestro trabajo y acciones a un plan estratégico institucional nos va ayudando a ser más eficientes y coherentes con nuestra identidad y nuestra misión”, destacó, y en todo ese proceso, ¿cuál rol ocupará José Luis Luna?, “seguirá siendo el mismo, colaborar en el fortalecimiento de la identidad ignaciana, desde la posición que entiendan más pertinente”.
Otro punto que destaca Luna, en todas las bendiciones que ha recibido en el IPL fueron los Ejercicios Espirituales de San Ignacio Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, los cuales le ayudaron a “resignificar mi vida, me permitieron reconocerme y sentirme amado, perdonado y acompañado por papá Dios” y lo ha podido compartir con todos los que le rodean.
Conversar con el profesor José Luis Luna te llena de esperanza, de entusiasmo, de alegría, de querer aprender y conocer un poco más sobre lo que la Compañía de Jesús tiene para ofrecer. Al concluir la entrevista, él envió un mensaje a los jóvenes y a todos aquellos que tienen una meta en sus vidas, “anhelar llegar a la meta, puede impedirte disfrutar el recorrido”.