Por Rosa Campusano
Como su “casa-familia”, así describe don Freddy García al Instituto Politécnico Loyola (IPL), lugar donde llegó a colaborar en el año 1986 como psicólogo, e inmediatamente entendió que “a esta institución jesuita no se puede venir por un trabajo, se debe de venir por la obra y a colaborar como si fuese una familia; una familia en la que el trabajo en equipo es fundamental”.
Freddy encontró en el IPL un “clima organizacional” que lo conquistó y que, según explica, ha permanecido en el tiempo, agregándole a esto “el respeto por y hacia la persona”, atributos que lo llevan a describir a Loyola como “su casa-familia”.
Desde su llegada a la Institución ha sido reconocido por su dedicación ejemplar y su capacidad para resolver problemas de manera efectiva. Actualmente es el coordinador de la Cátedra de Humanidades “P. Antonio Lluberes, S.J.”, del Instituto Especializado de Estudios Superiores Loyola (IEESL); también fue parte de los maestros fundadores de esta casa de estudios universitarios.
A la pregunta de qué ha sido lo más difícil que ha tenido que superar en Loyola, respondió que despedir a los rectores, en este trayecto ha tenido que ver partir a cinco y, aunque sabe que son provisionales, le duele cada vez que uno de ellos se tiene que ir. “En la Institución a los sacerdotes los mueven cada cierto tiempo y cuando se va un rector yo sufro mucho, porque con todos establezco una relación familiar. Yo soy una persona de la obra y cuando uno se va, entiendo que se va un amigo, no el rector. Mi relación con ellos es más de amistad que de trabajo”, expresó.
Don Freddy García, esposo, padre de tres y abuelo de ocho, reconoce que todo lo que ha logrado en su vida profesional se debe al apoyo incansable de su esposa Josefa, a quien describe como el “timón de su familia”, quien durante todo este tiempo se dedicó por completo al cuidado de él y de sus hijos.
Cuando se le preguntó si se considera un “súper papá”, rápidamente respondió que no, “Josefa sí es una súper mamá. Aún con un trabajo, ella se dedicó por completo a todo lo que tiene que ver con la familia. Ella lo mueve todo”, agrega Freddy con una sonrisa en su rostro. Y es que, con 37 años como colaborador del Instituto Politécnico Loyola, coordinar su vida personal con la profesional ha sido un esfuerzo en conjunto con ella, y con una disciplina y puntualidad que han sido la piedra angular de su carrera.
El consejo que Freddy envía a los nuevos colaboradores es que vean en Loyola más que un trabajo, que lo asuman como una familia y un espacio que les ayudará a desarrollarse y como una oportunidad de crecimiento personal y profesional: “no vengan a Loyola por un trabajo, vengan por la obra, aquí se toma muy en cuenta a los pobres y las personas deben de entregarse”.