Por Rosa Campusano
Si escuchas el nombre de Javier Agustín Medina a lo mejor no le conozcas, pero si oyes su voz, inmediatamente lo vas a vincular como “el que habla en la radio”. Si asistes a misa en la Capilla Mayor de Loyola o en la parroquia Cristo Salvador y algunas de sus comunidades, dirás “es el que siempre está al lado del sacerdote”, y si en alguna ocasión has recibido algún tratamiento de fisioterapia, alguien te pudo hablar sobre él. Pero hay dos personitas que con solo abrir la puerta de la casa, le reconocen, salen corriendo y emocionados dicen “papi”.
Javier Agustín Medina es un “súper papá Loyola” que a pesar de las múltiples funciones que tiene en su vida eclesial y profesional, entiende que hay dos niños que seguirán sus pasos en el futuro, por lo que intenta que todo lo que haga ahora les marque de manera positiva.
Durante una entrevista para la emisora Magis, el periodista Julio Pernús tuvo la oportunidad de conversar con este trio: Sarah, Xavier y Javier, y cada uno pudo hablar de su rol como hijos y como padre.
Xavier admira de su papá “que puede hacer muchas cosas al mismo tiempo y nos ayuda a ser mejores personas”, mientras que Sarah, con tan solo 8 años, lo que más admira de su papi es que “la enseña a ser responsable”. La sonrisa de orgullo en el rostro del papá no se pudo ocultar y al preguntarle sobre lo que le gusta de sus hijos, prefirió decir lo que los demás dicen de ellos: “la gente admira su disciplina”.
Él disfruta el tiempo de calidad que saca para estar junto a ellos, con acciones que parecen sencillas y que guardan un gran significado. “Darles el beso de las buenas noches, montar bicicleta, ver una película juntos, escuchar sus ocurrencias, darles afecto, besos, abrazos, hacerles cosquillas. Las personas ven la figura del padre como dura, y la parte afectiva se le dejan más a la madre, pero yo creo que los niños la necesitan de los dos”, expresó Agustín.
Agregó que no hay una “fórmula mágica” en la crianza de los niños, él intenta mostrarles que su papá “es un ser humano que tiene debilidades, que tiene fallas, que comete errores, pero que hace un esfuerzo constante por mejorar y que ellos, como cristianos, también están llamados a hacer las cosas bien, sin olvidar que pueden fallar, pero que tienen la oportunidad de levantarse”.
En sus múltiples ocupaciones, Javier también acompaña todo el crecimiento espiritual de sus hijos en coordinación con su esposa, acuden cada domingo a la santa eucaristía, oran antes de dormir, leen la palabra de Dios. Acciones que sus pequeños, no solo practican en casa, también en un centro escolar como el Instituto Politécnico Loyola que con su pedagogía ignaciana impacta de manera positiva en sus estudiantes. “Lo que más me llena es que mis hijos puedan continuar con mi formación espiritual y encontrar una institución educativa que tiene mi misma línea”.
En todo el proceso de formación de sus hijos, Javier tiene bien claro su papel: “ser un padre que los encamina en el proceso de crecimiento, hacer las funciones de asesor, orientador, verlos crecer y desarrollarse por ellos mismos”.
Hoy, 28 de julio, en la República Dominicana, celebramos el Día de los Padres, y Sarah, Xavier y Javier les desean muchas bendiciones a esos padres que, desde el silencio, se levantan cada mañana en busca del sustento para su hogar.