Por Rosa Campusano
Como una “maestra nata”, así fue apreciada por otro docente la profesora de Lengua Española, Santa Raquel Martínez, palabras que fueron el impulso que necesitaba para entender que esa ayuda que ofrecía a sus compañeros de clases, cuando no entendían algún tema, era su verdadera vocación profesional. “Aunque más de una vez había manifestado que no iba a ser maestra, la interacción con los estudiantes me apasionaba, pensar que podía ayudarlos no solo a adquirir conocimientos, sino a crecer en valores, era realmente atractivo para mí”, expresó Raquel.
Con más de 15 años en las aulas, Santa Raquel Martínez, actual directora de los niveles inicial y primario del Instituto Politécnico Loyola, reconoce que lo que define a un buen docente, no es únicamente llegar a las secciones y transmitir conocimientos, hay algo más, conocer a sus estudiantes con el objetivo de poder ayudarlos, también ser compasivo, tolerante, empático, consciente y competente.
“Un buen docente es una persona que ama lo que hace, que piensa en un mundo mejor y sabe que la manera de lograrlo es educando a nuestros jóvenes y niños. Es innovador y atiende las individualidades, se desvela en las noches buscando las mejores estrategias de enseñanza”, agregó Martínez, quien en las aulas busca conocer a sus alumnos observándolos, lo que le ha servido de experiencia a lo largo de sus años de formación.
“Un aprendizaje muy importante que he tenido con los alumnos es saber que, para crecer, muchas veces solo hace falta que alguien se detenga a mirarte. A veces nos enfocamos tanto en el conocimiento que olvidamos ver cómo andan las emociones de nuestros estudiantes, qué cosas les impiden avanzar. Aprendí que sucede lo mismo con un adulto, que solo hay que observar con detenimiento para descubrir los talentos”, reconoció.
Santa Raquel Martínez llegó al Instituto Politécnico Loyola en el año 2006, como maestra de Lengua Española, 14 años después pasó a dirigir los niveles antes mencionados, en una de las épocas de mayor desafío para la humanidad, la pandemia del covid-19.
“Mi mayor reto se produjo en la pandemia, recién asumía el cargo y para mí era muy importante garantizar que las clases no se detuvieran, aun teniendo a los profesores en sus casas. Armar toda la logística para el arranque, lograr que los maestros se comprometieran como lo hicieron y mantenernos dando el servicio, fue todo un reto”, admitió Martínez.
En ese período Raquel no se limitó a lo que se podía hacer en medio de esa virtualidad, pensó en los niños que no tenían los recursos necesarios para trabajar desde casa y junto al equipo docente, crearon un plan B, “prestar el equipo a los que tenían internet y traer al centro a los que no tenían. Esto para mí fue una experiencia muy bonita, pese al riesgo del momento”.
Al asumir la nueva posición de directora, se pensaría que la profesora dejaría de lado las aulas, pero no, sigue impartiendo docencia a nivel universitario en el Instituto Especializado de Estudios Superiores Loyola (IEESL), y es que está en su ser la docencia “y mientras pueda lo seguiré haciendo”.
Con 18 años siendo parte de la familia Loyola, Raquel describe la Institución como su “mayor y mejor experiencia de crecimiento personal e intelectual”.
A propósito del que el 30 de junio se celebra el Día del Maestro en la República Dominicana, la profesora motiva a los nuevos docentes a trabajar con amor, disfrutar el proceso, dejar huellas positivas en los demás, formarse bien, pero no solo en ciencias, también en virtud y en valores. “Siempre alguien los mira y es por eso que luego llega el crecimiento profesional”, concluyó.