Por Alexander Vallejo
La Navidad, tradicionalmente, es una época para recordar el nacimiento de Jesús, aquel que ofreció su vida por amor a la humanidad. Fruto de este acontecimiento, la celebración navideña se presta para la solidaridad, la alegría y la reflexión sincera, sin embargo, para quienes han perdido recientemente un ser querido, suelen ser días de nostalgia y de tristeza. Así lo explicó la psicóloga del Instituto Politécnico Loyola, Niurbis Correa, en una entrevista ofrecida el pasado 15 noviembre al programa Loyola Es Familia de la emisora Magis 98.3 FM.
Correa expresó que esa pérdida puede llevar a que estos días se tornen tortuosos, siendo invadidos por los recuerdos de los años vividos, surgiendo preguntas a sí mismos: ¿cómo y por qué pasó esto?, ¿qué voy a hacer sin él o ella?
La profesional de la psicología señaló que con la muerte de un ser querido se produce el duelo, durante el cual la persona va pasando por distintas etapas, comenzando por la primera, la negación, donde hay todavía resistencia a aceptar que ese familiar o amigo entrañable ya no estará físicamente y no se quiere asimilar la realidad. La segunda etapa es la ira, cuando se manejan diferentes emociones y comienzan a nacer sentimientos de culpa. La tercera es la negociación, en la que se va aceptando gradualmente la pérdida. Luego de pasar por estas etapas es que se va aprendiendo a vivir con el dolor de la ausencia, sin embargo, si existe el apoyo familiar y las llamadas redes de apoyo, se hace más fácil sobrellevar el momento.
Aseguró que es vital que la familia y las redes de apoyo, como son los amigos y allegados, se acerquen a la persona más afectada por el hecho, no solo para darle las condolencias, sino también para ofrecerle cariño, compañía en múltiples momentos y ánimo para seguir adelante en medio de la congoja.
Como estrategias personales, la especialista Niurbis Correa recomienda a los que están pasando por el duelo que hablen sobre la muerte de su ser querido con amigos y colegas para poder comprender qué ha sucedido, negar que ocurrió la muerte lleva fácilmente al aislamiento y puede, a la vez, frustrar a las personas que forman su red de apoyo.
También es importante que acepte sus sentimientos, cuidarse a sí mismo y a la familia, comer bien, hacer ejercicios y descansar, incluso ayudar a otras personas que lidian con la pérdida le hará sentir mejor y, por supuesto, rememorar y celebrar la vida de su ser querido.
La entrevistada puntualizó que, en algunos casos, cuando la persona está negada a convivir con el dolor de la ausencia, pueden venir la depresión y otros trastornos, por lo que se requerirá la intervención de profesionales de la psicología clínica y la psiquiatría.