Por Rosa Campusano
César Luis Martínez, egresado de la carrera técnica en Electromecánica de Vehículos de la promoción 2023, es de esos jóvenes que descubren en el Instituto Politécnico Loyola un lugar que transforma sus conocimientos y su visión de vida.
Aunque nunca pensó en estudiar en esta institución jesuita —“fue mi madre quien insistió e insistió hasta traerme incluso a las capacitaciones antes del examen”— hoy reconoce que fue la mejor decisión: “Literalmente entré por obligación, y una vez que entré no quise salir”.
El inicio no fue fácil. Llegó en tercero de secundaria y se enfrentó a un nivel de exigencia que no había visto antes, especialmente en Matemática. “Me costó mucho adaptarme, no estaba acostumbrado a tantas tareas. Hasta que aprendí a pedir ayuda y a trabajar en equipo. Desde el primer trimestre empecé a acoplarme”. Esa capacidad de resiliencia lo llevó a descubrir su gusto por asignaturas como Matemática, Dibujo Técnico y Naturaleza de las Cosas.
Para César, el Instituto Politécnico Loyola representa valores que lo marcan profundamente: disciplina, vocación, humildad y la oportunidad de convivir con personas diversas sin diferencias. “Para mí, Loyola es una marca país”, asegura.
Actualmente cursa la carrera de Ingeniería Mecánica en otra universidad, con la que busca seguir ampliando sus conocimientos. Aunque no está trabajando por el momento, dedica toda su energía a concluir sus estudios, con la visión clara de emprender en el futuro. “Quiero tener mi propio negocio de ingeniería mecánica junto a mis padres”, comparte con ilusión.
Entre las lecciones más valiosas que se lleva del Instituto Politécnico Loyola está el aprender a nunca decir “no sé”. “Aquí aprendes a buscar la manera de hacer las cosas, a ser humilde y pedir ayuda cuando lo necesitas”.
A los jóvenes que hoy transitan los pasillos del Instituto Politécnico Loyola les deja un mensaje cargado de motivación: “Disfruten su escuela, nunca dejen de soñar, estudien mucho y aprovechen el tiempo”.