"No es que iniciar un proyecto no provoque algo de miedo, pero la idea de ir más allá te transforma la vida y aceptas el reto", así afirmó Alexander Pérez, un joven con gran interés en estudiar, quien motivado además por su padre, Venancio Pérez, decidió asociarse a un grupo de amigos, buscar libros prestados y prepararse para el examen de ingreso al Instituto Politécnico Loyola (IPL).
Durante dos meses, cada día el grupo llegaba a casa de Carlos —uno de sus compañeros— a las ocho de la noche. Alexander cuenta cómo dedicó sus vacaciones a ese propósito. Tomó su prueba y semanas después, de regreso a casa, tras haber estado fuera de la ciudad, fue recibido por su padre con la feliz noticia de su admisión en la institución jesuita.
Alexander Pérez se define como amante de las Matemáticas, su mente siempre se orientó a las reglas y las fórmulas, pero requería un mayor esfuerzo en Lengua Española, Historia y Artística, esta última asignatura lo puso a prueba y solicitó revisión de examen en un momento en que todo parecía indicar que había obtenido una baja calificación, pero logró pasar la materia.
Siempre tuvo un gran apoyo de sus padres, ellos priorizaron sus estudios por encima de las responsabilidades en el hogar, esto le favoreció grandemente y desarrolló el trabajo en equipo, hábito primordial, que unido al principio ignaciano de “en todo amar y servir", lo marcó de manera positiva.
Loyola le inculcó que para lograr algo había que hacer grandes esfuerzos, como podía ser estudiar con una vela cuando los apagones abundaban y los inversores no estaban al alcance de los bolsillos de la mayoría. Recuerda que Marino Brito, profesor de Matemáticas, le impactó de manera extraordinaria. Él no solo enseñaba a hacer las cosas, sino cómo autoaprender, en caso de que el docente por alguna razón no estuviera disponible, para que el estudiante pudiera continuar el aprendizaje de manera personalizada.
Alexander concluyó el bachillerato técnico y estudió Ingeniería Industrial en el Instituto Especializado de Estudios Superiores Loyola (IEESL). Hubo momentos muy difíciles pues mientras estudiaba en la universidad ya era padre y esposo, pero logró superar el proceso.
Con el tiempo se convirtió en gerente, vio una oportunidad de tener su propia empresa y la aprovechó. Actualmente tiene dos pequeñas compañías, Ilutec, dedicada al desarrollo y diseño de software, y Semapro, para consultoría en tecnología médica a nivel internacional.
En apretada síntesis, es esta la historia de la formación académica y profesional de Alexander Pérez, quien sin lugar a dudas es un emprendedor.